lunes, 10 de noviembre de 2014

Superheroes

Los pueblos suelen elaborar sus propios mitos. Ya lo hacían los griegos y nosotros lo seguimos haciendo. El cine es una de las mayores fábricas de mitos que existen, y las películas de superhéroes son un buen ejemplo de las mismas. Podríamos fijarnos en alguna película concreta, pero también es posible referirse a sagas como la de Supermán, Spiderman o el mismísimo Batman. Con las diferencias que se pueden encontrar entre estas películas, me parece que todas tienen ciertos ingredientes filosóficos que merece la pena comentar. Para empezar, en muchas de ellas aparece un conflicto que está ya bien descrito en el psicoanálisis: el deseo frente al deber. Ser superhéroe debe ser algo complicado entre otras cosas porque implica un alto grado de renuncia: o bien sigue uno aprovechando sus superpoderes (con lo cual no podrá disfrutar de su vida privada) o bien renuncia a los mismos, deja de cumplir con lo que considera su deber para satisfacer otros deseos, como puede ser el de tener una vida anónima, normal, como la del resto de la gente. El deseo y la norma enfrentados como ya viera Freud en su día. El superhéroe encarna, en realidad, la victoria de la norma, del deber, sobre el deseo.


Esto nos lleva a una segunda característica de estas películas que nos presentan los nuevos mitos modernos: el superhéroe como máxima expresión de la moralidad. Precisamente porque termina haciendo lo que debe, se convierte en el modelo a seguir, en una pauta moral de la sociedad. Como si revivieran al mismísimo Robin Hood (otro superhéroe popular), Batman, Superman o Spiderman son justos y hacen justicia. Son capaces de superar sus inclinaciones y sus deseos y entregar sus vidas al servicio de la sociedad. Por y para los demás. Así de dura es la vida del superhéroe. Encarna una moralidad máxima, en la que cualquier mal (incluso los que él pueda causar) termina siendo reparado. Valores morales elevados a la enésima potencia: en eso consiste ser superhéroe: no bastan poderes especiales para serlo, sino que también hay que saber cómo usarlos, y esto es, probablemente, lo que atrae la atención (y la identificación) del público de este género. Superman no es superman por poder volar sino porque vuela para hacer el bien.


Y este significado moral nos lleva a una tercera dimensión de este tipo de películas: sus implicaciones políticas. Desde antiguo los héroes han defendido a sus pueblos, han luchado por sus gentes y sus países. Y como no podía ser menos, también los héroes de las películas nortemericanas representan en cierto modo la forma de vida de este país. Y no sólo porque menudo aparezcan junto a símbolos estadounidenses (banderas, edificios emblemáticos…) sino por los valores que defienden: la libertad y el llamado “sueño americano” suelen estar presentes en estas películas, cuando no hay alusiones directas o indirectas a problemas políticos internacionales: grupos terrotistas internacionales, planes para acabar con el mundo, armas energéticas con grandes poderes destructivos… Villanos y villanías que terminan recordándonos inevitablemente a problemas o conflictos reales. Y siempre con es moraleja que acompaña a la victoria final. Por eso no es de extrañar que todos los países tengan sus superhéroes: Batman, Spiderman, Superman… Asterix en Francia o Torrente en España.


1 comentario:

  1. Siempre soñé con conocer a los X-men. Jajajajaja!
    Es genial toda esa imaginación para crearlos, buena entrada!

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